La XX campaña de excavación en Tusculum tuvo lugar entre los días comprendidos del 24 de abril al 2 de junio, bajo la dirección de José Ángel Zamora López.
Las investigaciones fueron directamente financiadas por el CSIC y se realizaron en colaboración con la XI Comunità Montana del Lazio, gracias al permiso de excavación concedido por el Ministero dei Beni e delle Attività Culturali e del Turismo, bajo la supervisión de la Sovrintendenza Archeologia del Lazio e dell’Etruria Meridionale, y con la participación del Gruppo Archeologico Latino “Latium Vetus”.

Como ya en los años anteriores, la campaña tuvo un carácter marcadamente interdisciplinar: el proyecto contó con la colaboración del Istituto per le Tecnologie Applicate ai Beni Culturali del CNR que realizó prospecciones geofísicas (tomografías eléctricas de resistividad y georadar); el Geotransfer Research Group de la Universidad de Zaragoza investigó las anomalías magnéticas ligadas a fuentes geológicas; el Grupo de Investigación en Arqueología de la Universidad de Murcia coordinó las prospecciones topográficas.

Además, la Universidad Complutense de Madrid convocó cuatro becas de prácticas trimestrales en el marco del programa Erasmus+ destinadas al proyecto Tusculum y la Comunità Montana renovó las seis becas para jóvenes arqueólogos procedentes de universidades italianas, reforzando el papel formativo institucional del proyecto.

Como ya en la campaña 2016, los trabajos de campo se concentraron en la acrópolis y en la meseta al oeste del foro romano.

Un primer sector de excavación fue abierto en el lado norte-oriental de la acrópolis, con el fin de verificar el grado de correspondencia entre los restos arqueológicos y las informaciones obtenidas en el curso de las anteriores campañas gracias a la aerofotogrametría.  Se constató así una correspondencia, por posición y medidas, con lo que se había identificado en las imágenes producidas por los vuelos: la excavación confirmó la presencia de una casa (una domus terrineae de 10 x 8 m aprox.) de época medieval, quizás compartimentada con un tabique interno.

El segundo sector se abrió en el lado oeste de la acrópolis, como parte de la investigación en curso sobre los sistemas defensivos de la ciudad en la época antigua y medieval. En particular, se investigaron los trabajos de ordenamiento y adecuación del talud con fines defensivos, mediante la apertura de 3 distintos cuadrantes de excavación. La morfología del lado occidental de la acrópolis es íntegralmente de origen artificial y se documentó la presencia de construcciones de bloques dispuestas en varias filas, algunas de las cuales reforzadas con mortero. Posición y conformación de la estructura confirmaron la interpretación defensiva.

En el transcurso de la excavación se realizó también una limpieza superficial de la vía de acceso a la acrópolis, tanto para beneficio del parque arqueológico, reestableciendo la posibilidad para los visitantes de acceder a la cima recorriendo el trazado antiguo, como para comprender la articulación de las estructuras defensivas a lo largo de la vertiente occidental e identificar la posición de la puerta de acceso. El trazado expuesto (17 m de longitud) tenía una traza recta, construida con adoquines de tamaño medio y de forma irregular, y unas depresiones diagonales con una probable función de drenaje para el agua de lluvia. En consideración de la forma y dimensiones del adoquinado, y atendiendo a la técnica constructiva, se propuso una cronología medieval de la vía.

Por otro lado, se retomaron las excavaciones en la meseta frente al foro, donde en las anteriores campañas 2015-2016 se había identificó una iglesia medieval (siglos XI-XII) con necrópolis anexa, realizada directamente sobre los restos de un imponente edificio romano de uso termal.

La reanudación de las investigaciones arqueológicas comportó una ampliación de las excavaciones hacía el sur y el este, con la apertura de tres nuevos cuadrantes de excavación. Fue así posible recuperar un ambiente con pavimentación de mosaico, interpretado como tepidarium o calidarium, datable gracias a la evidencia epigráfica en torno a la primera mitad del siglo II d.C. En el ambiente se conservaban aún vestigios de las suspensurae originales, que se superponían sobre una pavimentación de mosaico con motivo trenzado, correspondientes a una fase previa de uso del edificio como domus.

Al termine de las excavaciones se organizó una campaña de restauro de los pavimentos en mosaicos y de las paredes decoradas, gracias a una financiación de la Comunità Montana y bajo la supervisión de la Sovrintendenza arqueológica.

El Grupo de Investigacion en Arqueologia de la Universidad de Murcia colaboró al proyecto organizando una campaña de prospecciones topográficas intensivas (del 22 al 26 de mayo). Tres fueron las áreas investigadas: la parte superior de la colina de Tusculum, en el área comprendida entre el foro y el santuario extraurbano; la primera parte de la caída de la colina hacía el norte, que destaca por una fuerte inclinación orográfica; el área extraurbana al sur del foro, donde ya excavó la Universidad de La Rioja durante las campañas 1996-2000.

Continuaron también las prospecciones geofísicas en colaboración con el ITABC-CNR. Se volvieron a utilizar tres métodos diferentes y complementarios: el magnetométrico (en configuración diferencial), el georadar, con dos antenas a diferente frecuencia (alta y baja) y la tomografía de resistividad eléctrica (ERT). Las investigaciones se centraron en tres áreas: la meseta al oeste del foro, ya parcialmente prospectada durante la campaña anterior; el área de la llamada Villa de Prastina Pacato; la vertiente oriental de la acrópolis, detrás del teatro romano.

Finalmente, el equipo Geotransfer de la Universidad de Zaragoza completó sus investigaciones de los años anteriores, dedicándose a completar la caracterización magnética de la zona y a determinar las anomalías magnéticas ligadas a las fuentes geológicas.