Tras XXIII campañas de excavación, los resultados alcanzados por el Proyecto Tusculum son verdaderamente significativos y nos permiten no sólo tener una nueva visión del urbanismo de la ciudad, especialmente en el área monumental del foro y teatro, sino también identificar las principales fases evolutivas de la vida de la misma.
Las primeras huellas de un asentamiento estable han sido identificadas en la zona de la acrópolis y se remontan al siglo X a.C., pero es a partir de los siglos VII-VI a.C. cuando nos queda una clara evidencia arqueológica de la existencia de un poblado ya bien organizado, con crecientes relaciones con los demás pueblos latinos de la zona. La ciudad se va desarrollando en las faldas de la acrópolis, donde comienzan a surgir una serie de edificios de cierta entidad e importancia.

Las primeras estructuras documentadas se erigieron en torno a lo que con el paso del tiempo se convertirá en el área del foro, en origen un gran espacio abierto organizado en torno al cruce de tres caminos que conectaban Tusculum con la via Latina, al sur, y Labicana, al norte. Es probable que inicialmente se tratase de un área con función de mercado, pero que evolucionase con el tiempo en foro, del mismo proceso seguido por otras ciudades itálicas.
En el ángulo sur-occidental de la plaza han sido encontrados los restos de una gran estructura arcaica realizada en opus quadratum de grandes bloques de tufo (10 x 7 m, alto 6 m): la hipótesis es que puede tratarse del basamento de un templo arcaico, costruido probablemente en su alzado en materiales perecederos, probablemente madera, de la que no se han encontrado restos.
A finales del siglo VI – inicios del V a.C. remonta la fuente conocida como “cisterna arcaica”. Se trata en realidad de una fuente monumental, con funciones de distribución de agua. Esta obra está construida en bloques de tufo y tiene una planta cuadrangular (3 x 2,76 m), con cubierta pseudo abovedada. En su interior se abre un túnel subterráneo que llega hasta la acrópolis, a través del cual se canalizaba el agua obtenida por captación, usada para alimentar la fuente originalmente ubicada en el interior del edificio.
Hacia finales del siglo IV – inicios del III a.C. junto a la fuente arcaica, en su flanco derecho, se construyó un muro de aterrazamiento en opus quadratum de bloques de tufo, simétrico a otro muro construido en el mismo período a lo largo del frente sur de la ciudad. Tales muros de aterrazamiento sirvieron para ampliar la superficie edificable de la plaza, creando una gran plataforma de ca. 60 x 90 m sobre la cual se situó el primer foro de Tusculum. Significativa es la concomitancia de tal obra urbanística con la concesión a la ciudad del estatuto municipal (381 a.C.) y su definitiva anexión dentro de la órbita romana, testimoniada por el progresivo acceso de miembros de las principales familias tusculanas a los más altos cargos políticos romanos.
La gran renovación edilicia de la ciudad data del siglo I a.C., una vez acabada la guerra social (91-88 a.C.), durante la cual Tusculum se posicionó con Mario, sufriendo un alto grado de devastación y el castigo del establecimiento de una colonia de veteranos. Será este el momento en que se realiza la primera intervención arquitectónica finalizada a la monumentalización del foro, con la construcción de importantes obras arquitectónicas enfocadas en dar una clara unidad urbanística al centro monumental, adecuándolo a los cánones urbanísticos de la época. El antiquissimum municipium, como lo llamaba Cicerón, se convirtió de hecho en esos años en lugar de residencia privilegiado de la aristocracia romana, que escogió el ager tusculanus para la construcción de esplendidas villas.

El Foro se transformó en la Civitas Medieval

El acceso al foro desde el oeste, en la intersección de los ejes viarios, se monumentalizó en esta fase, gracias a la construcción de tres edificios de caracter sacro: la sede del colegio de los Mercuriales, un templo de pequeñas dimensiones dedicado a Hércules y un tercer edificio de planta rectangular, cuya dedicación es todavía desconocida. En el lado meridional fue construida la basílica, un edificio rectangular (22,5 x 42,5 m) que se orientaba directamente hacia la plaza. El área había estado anteriormente ocupada por un edificio porticado de época medio-republicana, del que la basílica reutilizó en parte su estructura. La nave central, con una longitud en torno a los 12 m, estaba flanqueada de dos naves laterales de menores dimensiones, con 9 columnas en sus lados largos y 4 sobre los cortos.
La transformación del área monumental se completó con la construcción del teatro en el extremo oriental de la plaza. La realización del edificio estuvo condicionada por la presencia de la vía que a fines de época antigua conectaba la parte baja de la ciudad con la acrópolis. Por este motivo se elaboró una original solución para englobar la vía bajo el teatro, transformándola en una via tecta que pasaba bajo la mitad septentrional de la cavea. El hecho de que el teatro fuese construido al interior de la ciudad implicó la necesidad de limitar sus dimensiones, que en esta primera fase constructiva se fijaron en unos 45 m di diámetro.
La llamada fuente de los ediles también se remonta a la misma época y fue construida inmediatamente al este de la fuente arcaica: las excavaciones han recuperado el pilote de la fuente, con una inscripción dedicatoria de los ediles tusculanos del 70 a. C.
En el ángulo nor-oriental de la plaza -punto de encuentro fundamental entre el foro, el teatro y la vía de comunicación con la acrópolis- las excavaciones han desvelado los restos de un edificio en opus incertum, interpretado como sede colegial.

La época imperial constituye el período de mayor esplendor de la ciudad. Remonta a la época julio-claudia, probablemente en época de Tiberio, la realización de un vasto programa de sistematización y embellecimiento del centro monumental. Fue realizada ahora la primera pavimentación del área central de la plaza, en grandes bloques rectangulares de piedra sperone, así como de la via que conducía al foro, con piezas de sílex. Los viejos canales de drenaje a cielo abierto fueron sustituidos por una nueva red subterránea a dos niveles, en uso hasta el siglo III d.C., mientras una serie de pórticos fueron construidos en torno a la plaza central, dando un carácter unitario al conjunto y contribuyendo a dotar a la ciudad de un foro conforme a los criterios urbanísticos y arquitectónicos entonces difundidos.
El lado occidental del foro está delimitado por 6 pequeños templos (sacella) orientados hacia la plaza, reforzando así el carácter religioso que esta parte del complejo tuvo a finales de los siglos precedentes, mientras el adyacente templo de Mercurio fue reestructurado y pavimentado en mosaico.
El teatro fue engrandecido y renovado: la cavea alcanzó los 51 m de diámetro y se calcula que el edificio pudo albergar a no menos de 2.000 espectadores. También se construyó una cripta perimetral debajo de la parte exterior de la cavea (summa cavea), realizada para facilitar el acceso al teatro a quien lo hacía desde el foro, y un cuerpo escénico de mampostería, de 35,50 x 12,50 m. La decoración arquitectónica del edificio era esencialmente en tufo local con revestimientos en estucos y lastras Campana, mientras el mármol era reservado a elementos singulares de particular relevancia.
En época flavia, si bien empieza a notarse un lento declive de la ciudad, encontramos testimonios de una notable actividad edilicia, con modificaciones y transformaciones de diversos edificios que circundaban el foro. El teatro fue objeto de una ulterior intervención, con una renovación de la decoración en mármol del cuerpo escénico, y en el templo de Mercurio se decoraron las paredes con pinturas sobre yeso, al tiempo que se modificó la fachada con la construcción de dos pilastras.
Remonta a la época adrianea la última fase de ampliación urbanística, con la construcción del anfiteatro, de algunas viviendas y de un edificio termal actualmente en curso de excavación, realizado sobre una domus con pavimentaciones en mosaico más antigua.
A finales del siglo IV-V d.C. la vida en Tusculum cesó y por algunos siglos el área permaneció abandonada.

A partir de fines del siglo X la ciudad volvió a asumir un rol político de primer orden, siendo durante los siglos centrales del medievo la sede de la casa aristocrática que tomará el nombre de la ciudad, los condes de Tusculana. Las trazas más antiguas de una ocupación estable se sitúan sobre la acrópolis: situada a 682 m de altura s.n.m., la fortaleza medieval surge sobre la cima de la colina tusculana, en el punto más elevado de la vertiente septentrional de los Colli Albani, desde donde se domina visualmente todo el Valle Latino. El área, naturalmente protegida por pronunciadas pendientes que la aíslan por tres de sus lados, era fácilmente accesible solo desde oeste, desde la zona antiguamente ocupada por el foro y que ahora fue transformada en la civitas medieval.
En el punto más alto de la acrópolis, sobre los restos del podio del antiguo templo probablemente dedicado a las divinidades tutelares de Tusculum, los Dioscuros, se erigió en época medieval el palacio de los condes. En la segunda mitad del siglo XII, cuando el papa adquirió la propiedad de la ciudad, el palacio pasó a albergar en varias ocasiones el mismo papa junto a la Curia.
También sobre la acrópolis, en torno a 100 m al sur del palacio condal, las excavaciones han revelado los restos de una rica iglesia fechable en torno a los siglos XI-XII, dedicada a la Santísima Trinidad, a la Virgen María y al apóstol Tomás. Se trata de un edificio de tres naves (17 x 24 m) con un solo ábside canónicamente orientado al este y con un campanario realizado en el ángulo interno de la fachada. Se conservan todavía in situ parte de la pavimentación original del ábside de la iglesia y su decoración ornamental.
En el curso de las excavaciones en la zona de la acrópolis se han investigado también las murallas, cuyo recorrido es aun parcialmente reconocible en superficie, y una serie de casas adosadas pertenecientes a la tipología conocida en época medieval como domus terrineae. Se trata de estructuras residenciales y de producción artesanal, con una superficie media que se sitúa en torno a los 50 m2, para las que existen numerosos paralelos tanto en Roma como en el resto del Lacio.
A lo largo del siglo XI la zona habitada se fue gradualmente extendiendo desde la cima de la acrópolis hacia la cercana área monumental de época romana, reaprovechando en parte las antiguas infraestructuras e integrándolas con la construcción de nuevos edificios y silos de almacenamiento.
Destaca en esta fase la iglesia extraurbana de tres naves encontrada al sur de la ciudad. El edificio, construido sobre los restos de una antigua villa romana de época tardo-republicana e identificado con la iglesia de Santa Ágata, remonta a finales del siglo X. Hacia la mitad del siglo XII, en el momento de apogeo del linaje tusculano, el edificio fue ampliado (de 10 x 17 m pasó a 10 x 23 m), se añadieron el campanario, el coro y el arco triunfal, mientras el interior fue enriquecido con decoraciones pictóricas y pavimentos cosmatescos.
También puede referirse al mismo horizonte cronológico la iglesia monumental (20 x 29 m) recientemente identificada sobre la meseta que se sitúa al oeste del foro, realizada sobre los restos del precedente edificio termal de época adrianea. En torno a la iglesia se desarrolla una vasta área de necrópolis, con deposiciones superpuestas hasta tres niveles y doce osarios en galerías debajo de la pavimentación de la fachada .
Progresivamente, a partir de la mitad del siglo XII, comienza el declive de Tusculum, causado por la feroz oposición de la vecina Roma que veía en la ciudad una peligrosa rival al propio dominio en el territorio suburbano. En el año 1168 el último de los condes de Tusculum cedió su parte de la ciudad al pontífice, refugiándose en la zona costera de la Marittima. Este cambio se refleja en una radical transformación urbanística, que comportó una nueva organización de los espacios, funcional a una explotación intensiva del área con una serie de ambientes alineados y adosados entre sí, de uso tanto residencial como artesanal.
La ciudad logró sobrevivir uno años más a los constantes ataques de Roma gracias a la protección del emperador y del papa, hasta que el 17 abril del 1191, abandonada por ambos, fue arrasada y definitivamente abandonada.