Los restos de la antigua ciudad de Tusculum se hallan a unos 25 Km. al S-E de Roma, en la zona conocida como Castelli Romani. El área corresponde geológicamente a un territorio bien definido, compuesto por dos coronas volcánicas concéntricas que constituyen la parte emergente del Volcán Lacial y que históricamente ha constituido un lugar de tránsito y paso obligado, en el que se encuentran una serie de asentamientos establecidos ya desde la época prehistórica. 

Tusculum se extiende en la dorsal de un promontorio que forma parte de dicho sistema volcánico y alcanza, en su punto más elevado de la acrópolis, los 670 m s.n.m. Desde su posición privilegiada, el yacimiento dominaba los principales (hasta que el censor Appio Claudio trazó la Via Appia el año 312 a.C.) ejes de comunicación terrestre entre el Lacio y la Campania, es decir las vías Latina al Sur y la Labicana al Norte.
Esta posición estratégica del asentamiento determinó su importancia a lo largo de la historia, a partir de la antigüedad. Además, la riqueza en recursos hídricos y la fertilidad del terreno de origen volcánico fueron elementos que contribuyeron a su vocación como asentamiento natural. Tusculum es descrita por los autores latinos como saludable y boscosa, objeto de una intensa actividad constructiva que la convirtió en un distrito administrativo rico y bien poblado. A finales de la república y a inicios de la edad imperial, la producción agrícola de la región era principalmente de tipo hortofrutícola, con espacios rurales muy fraccionados a causa de la densidad de población y con limitadas áreas dedicadas al pasto y a la explotación forestal. Gracias a las fuentes literarias conocemos la difusión en el área de la cultura vinícola (Varr. LL VI 16), la presencia de hígos (Macr. Satur. III 16, 12; Plut. Caes. XLI 3; Pomp. LXVII 3), melocotones y cebollas (Plin. NH XIX 32, 101-107 e XVI 49, 138).

Tusculum, saludable y boscosa, situada a 25 Km de Roma

En época medieval la región se encontraba todavía cubierta de una densa vegetación, caracterizada por la presencia de áreas de bosque mixto en el que predominaban diversas variedades de robles, tilos, arces y, sobretodo, castaños y hayas. De entre las fuentes conocemos que la principal actividad del territorio continuó siendo la de la viña.
La situación cambió radicalmente en el bajo medievo, a causa de la cesión en arriendo por parte de las grandes familias nobiliarias propietarias de los terrenos, convirtiéndose las áreas de cultivo en espacios para el pastoreo o la tala. En este momento el castaño asume una posición predominante en las áreas boscosas sobrevivientes, con un proceso de transformación de la vegetación endémica que las comunidades monásticas locales lograron frenar en parte, pero no evitar.